Las mujeres
podrían considerarse como las grandes olvidadas de la historia, ya que durante
muchos años han estado excluidas de muchos ámbitos de la sociedad al ser
consideradas física y sexualmente débiles y al limitar su acción al ámbito
privado. Ha sido la misma sociedad la que ha ido fortaleciendo la relación de
inferioridad, subordinación y opresión de la mujer respecto al hombre.
Por eso tradicionalmente
el papel de la mujer en la sociedad ha ocupado una posición secundaria respecto
al hombre que ha contado siempre con el apoyo de la religión, las instituciones
y las ciencias manteniéndose así en un status social privilegiado.
El camino
hacia la igualdad iniciado ya hace algunas décadas, aún no ha concluido, por
eso, a pesar de los grandes avances que se han logrado todavía queda un largo
camino por recorrer. La escuela como agente de socialización y culturización de
las nuevas generaciones tiene una gran función hacia la construcción de una
sociedad igualitaria.
Últimamente las formas del sexismo han estado cambiando tanto en el sistema educativo como fuera de él y la discriminación se ha tornado más sutil e implícita, hecho que hace que el sexismo actualmente sea un campo de investigación en construcción con
pocas investigaciones realizadas. Al estar de forma más implícita, para gran
parte de la sociedad es un problema inexistente hoy en día. Probablemente si
preguntáramos a maestros y maestras y a madres y padres si creen que se
discrimina a las niñas en el proceso educativo su respuesta sería negativa.
En los últimos
años se han conseguido paliar las diferencias tanto en normativa como en comportamientos externos
a pesar de que el problema siga existiendo de forma implícita, por eso se
plantea que éste puede derivar de las capacidades individuales. Si el
sistema educativo no diferencia clases ni atribuye tipos de educación distinta, las diferencias que aparecen no tendrán que ver con este sistema sino más bien
con las capacidades del individuo.
Tanto la
escuela como la sociedad han visto el papel de la mujer desde dos puntos de
vista. O bien las mujeres formaban un mundo aparte y no eran consideradas como
ciudadanas, por lo que quedaban excluidas del sistema educativo, visión
predominante en el siglo XIX, o bien
eran sujetos de derechos y por tanto no se justificaba un tipo de educación
diferente porque el concepto de ciudadano es universal y no puede admitir
distinciones basadas en peculiaridades de grupo.
En España las
diferencias entre mujeres y hombres supusieron durante siglos que el porcentaje
de analfabetas fuera mucho más elevado que el de analfabetos y el porcentaje de mujeres con estudios de
nivel superior era prácticamente inexistente. A partir de los años setenta se
produjo un incremento en los niveles educativos de las mujeres jóvenes y
actualmente el porcentaje de mujeres universitarias es elevado, siendo
mayoritarias en ciertas carreras. Pero los tipos de estudios más elegidos por
ellas coincidían con los que tenían menores posibilidades en el mercado de
trabajo y los que obtenían menos remuneraciones ¿Por qué razón, si podían
elegir libremente, las mujeres seguían escogiendo profesiones poco valoradas en
el mercado de trabajo?
La explicación
más común que tradicionalmente se ha dado es la de que no tienen vocaciones
técnicas, lo que remite de nuevo a la existencia a unas diferencias naturales
esencialistas y a una menor capacidad de las niñas a la hora de aprender
matemáticas y ciencias. En el siglo XIX la biología negaba la capacidad de
aprendizaje de cualquier disciplina científica a las mujeres y hoy en día
forman la mitad del alumnado universitario.
El sistema
educativo, dado su papel en la socialización, ha de tener algún efecto en la
construcción de un pensamiento igualitario pero existen otros agentes
socializadores que tienen gran influencias en los niños y niñas como son la
familia, los medios de comunicación y en general todo el entorno social.
El camino hacia una escuela coeducativa es una tarea común en la que se
deben de implicar, por igual, profesoras y profesores, alumnas y alumnos, madres y
padres y todas las entidades públicas y privadas que tienen alguna incidencia en la
creación de opiniones y valores en las ciudadanas y ciudadanos de manera que
ayuden a eliminar las posturas discriminatorias o segregacionistas que sólo sirven
para aumentar el recelo y la animadversión hacia el sexo opuesto.
Recomendación de libro:
Rosa y Azul (La transmisión de los géneros en la escuela mixta), Marina Subirats y Cristina Brullet.
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