lunes, 9 de mayo de 2016

Camino hacia la igualdad

Las mujeres podrían considerarse como las grandes olvidadas de la historia, ya que durante muchos años han estado excluidas de muchos ámbitos de la sociedad al ser consideradas física y sexualmente débiles y al limitar su acción al ámbito privado. Ha sido la misma sociedad la que ha ido fortaleciendo la relación de inferioridad, subordinación y opresión de la mujer respecto al hombre.

Por eso tradicionalmente el papel de la mujer en la sociedad ha ocupado una posición secundaria respecto al hombre que ha contado siempre con el apoyo de la religión, las instituciones y las ciencias manteniéndose así en un status social privilegiado.
El camino hacia la igualdad iniciado ya hace algunas décadas, aún no ha concluido, por eso, a pesar de los grandes avances que se han logrado todavía queda un largo camino por recorrer. La escuela como agente de socialización y culturización de las nuevas generaciones tiene una gran función hacia la construcción de una sociedad igualitaria. 

Últimamente las formas del sexismo han estado cambiando tanto en el sistema educativo como fuera de él y la discriminación se ha tornado más sutil e implícita, hecho que hace que el sexismo actualmente sea un campo de investigación en construcción con pocas investigaciones realizadas. Al estar de forma más implícita, para gran parte de la sociedad es un problema inexistente hoy en día. Probablemente si preguntáramos a maestros y maestras y a madres y padres si creen que se discrimina a las niñas en el proceso educativo su respuesta sería negativa.

En los últimos años se han conseguido paliar las diferencias tanto en normativa como en comportamientos externos a pesar de que el problema siga existiendo de forma implícita, por eso se plantea que éste puede derivar de las capacidades individuales. Si el sistema educativo no diferencia clases ni atribuye tipos de educación distinta, las diferencias que aparecen no tendrán que ver con este sistema sino más bien con las capacidades del individuo.

Tanto la escuela como la sociedad han visto el papel de la mujer desde dos puntos de vista. O bien las mujeres formaban un mundo aparte y no eran consideradas como ciudadanas, por lo que quedaban excluidas del sistema educativo, visión predominante en el  siglo XIX, o bien eran sujetos de derechos y por tanto no se justificaba un tipo de educación diferente porque el concepto de ciudadano es universal y no puede admitir distinciones basadas en peculiaridades de grupo.





En España las diferencias entre mujeres y hombres supusieron durante siglos que el porcentaje de analfabetas fuera mucho más elevado que el de analfabetos  y el porcentaje de mujeres con estudios de nivel superior era prácticamente inexistente. A partir de los años setenta se produjo un incremento en los niveles educativos de las mujeres jóvenes y actualmente el porcentaje de mujeres universitarias es elevado, siendo mayoritarias en ciertas carreras. Pero los tipos de estudios más elegidos por ellas coincidían con los que tenían menores posibilidades en el mercado de trabajo y los que obtenían menos remuneraciones ¿Por qué razón, si podían elegir libremente, las mujeres seguían escogiendo profesiones poco valoradas en el mercado de trabajo?

La explicación más común que tradicionalmente se ha dado es la de que no tienen vocaciones técnicas, lo que remite de nuevo a la existencia a unas diferencias naturales esencialistas y a una menor capacidad de las niñas a la hora de aprender matemáticas y ciencias. En el siglo XIX la biología negaba la capacidad de aprendizaje de cualquier disciplina científica a las mujeres y hoy en día forman la mitad del alumnado universitario.
El sistema educativo, dado su papel en la socialización, ha de tener algún efecto en la construcción de un pensamiento igualitario pero existen otros agentes socializadores que tienen gran influencias en los niños y niñas como son la familia, los medios de comunicación y en general todo el entorno social.

El camino hacia una escuela coeducativa es una tarea común en la que se deben de implicar, por igual, profesoras y profesores, alumnas y alumnos, madres y padres y todas las entidades públicas y privadas que tienen alguna incidencia en la creación de opiniones y valores en las ciudadanas y ciudadanos de manera que ayuden a eliminar las posturas discriminatorias o segregacionistas que sólo sirven para aumentar el recelo y la animadversión hacia el sexo opuesto. 

Recomendación de libro: 
Rosa y Azul (La transmisión de los géneros en la escuela mixta), Marina Subirats y Cristina Brullet. 


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