El lunes tuvimos una experiencia única e increíble, siendo los afortunados que podían escuchar el testimonio de un hombre, Siegfried Meir, que sobrevivió al holocausto siendo niño, y nos contó su historia desde esta perspectiva.
Siegfried era un niño que creció en el seno de una familia judía de Fráncfort. Su infancia estuvo marcada por las leyes racistas del Reich que le impidieron jugar en los parques con los demás niños, acudir a los colegios públicos y comprar en la mayor parte de las tiendas. Su padre era muy religioso y siempre le inculcó la idea de que Dios les protegería de los nazis. Pero la cruel realidad hizo que el niño se acabara volviendo ateo, relacionando la entrada al campo de auswitch con "la muerte de Dios" para él.
Con solo 8 años fue deportado a Auschwitz junto a sus padres. A su llegada, los nazis separaron a los hombres de las mujeres, pero él fue a parar al campo femenino junto con su madre, por lo que no volvió a ver a su padre nunca más. Cuando llegaron, los prisioneros que llevaban ya tiempo encerrados, les advirtieron que había sido un milagro que el niño no hubiera ido directamente a la cámara de gas, como era de costumbre. Por eso, Siegfried pasó dos meses escondido en el fondo de las enormes literas del último piso de la barraca de madera donde habitaba su madre para que no fuera visto por las guardianas SS. Mientras el resto de mujeres iban a trabajar.
Esta situación cambió cuando su madre murió de tifus. Siegfried tuvo que salir de la oscuridad y presentarse ante las SS. Pero su físico ario y el hecho de que el alemán fuera su lengua nativa hicieron que cayera en gracia a las guardianas, por lo que pudo seguir con vida.
El tifus se volvió a interponer en su camino, y esta vez fue él el que cayó enfermo. Fue trasladado a la enfermería del campo masculino en la que operaba el tristemente célebre doctor Mengele, al mismo tiempo que experimentaba cruelmente con gemelos, decidió curar a ese niño judío que, sin embargo, era rubio y tenía los ojos azules.
Una vez recuperado, siguió siendo testigo en el campo masculino de todo tipo de atrocidades. A esas alturas su padre ya había fallecido.
En los momentos finales de la guerra, los nazis evacuaron Auschwitz para evitar que los prisioneros fueran liberados por las tropas soviéticas. Siegfried viajó a bordo de vagones en un gélido mes de enero. Sus ojos de niño vieron morir de frío, hambre y sed a muchos de los pasajeros que iban con él. En el recorrido, el tren fue atacado por un grupo de partisanos por lo que muchos pasajeros huyeron. Pero él no tuvo fuerzas para hacerlo.
Finalmente, a finales de 1945 llegó a Mauthausen. No recuerda el cómo porque perdió el conocimiento en el trayecto, por lo que cree que alguno de los judíos que le acompañaban en la marcha de la muerte se apiadó de él y le llevo en brazos, pero a pesar de que buscó y preguntó por dicha persona, nunca consiguió averiguar quien le salvo una vez más de la muerte.
Nuevamente, sus rasgos arios le permitieron eludir la muerte ya que el resto de compañeros fueron directamente gaseados o perecieron en las semanas siguientes. Siegfried se negó a que le cortarán el pelo montando un gran escándalo diciendo "ya todo me da igual" o "Si en auswitch no me cortaron el pelo, aquí tampoco" etc. El capitán Bachmayer, sorprendido por la valiente reacción de niño y por su perfecta pronunciación alemana, decidió ceder y le dijo que sería confinado en la barraca de los españoles. Según como dice Siegfried "Yo pensaba que era una especie de treta para engañarme o algo así y que me me mandarían a la cámara de gas. El hecho es que me llevó a la barraca y me presentó a Navazo". Desde ese momento, Saturnino Navazo, un republicano español cuidó de él hasta la liberación.
El 5 de mayo de 1945, un día después del cumpleaños de Siegfried, se produjo la liberación, por lo que el niño lo vivió "como una gran fiesta". Pero una vez terminada la guerra, el niño no tenía donde ir por lo que le pidió a Narvazo que le adoptará. Este acepto sin dudarlo.
Juntos se instalaron en el sur de Francia, cerca de Toulouse, creando un lado tan fuerte que actualmente para Siegfried su padre siempre ha sido Narvazo, explicando que desde niño le tuvo odio a su padre biológico por no intentar escapar del país cuando pudo y dejar que pasaran por todas esas penurias. Con los años y las investigaciones periodísticas, pudo comprobar que su padre realmente si intentó salir del país varias veces, pero le pusieron grandes impedimentos para que lo hiciera.
Por eso, para Siegried, Navazo fue y será siempre el motor de su vida.